Los dos clowns que migraron para divertir en el Centro

Diego Pallero

Autor: Diego Pallero

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Los hermanos Ysbel y Omar Laverde se transforman todos los días en Tinito y Omiclown, y se presentan por la Plaza de la Independencia. Hace tres años que llegaron desde Monagas, ­Venezuela.
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Fotos y Textos: Diego Pallero @pallerismo

Lo único que guardó Ysbel Laverde en su maleta cuando decidió migrar de Venezuela fue su guitarra y sus trajes de clown. El viaje empezó con su hermano Omar y otros dos amigos, el 31 de mayo de 2019, desde Monagas.

“Migrar fue una aventura. Cada frontera que cruzamos se convertía en una meta, un sueño. Nunca nos imaginamos salir de Venezuela”, afirma. Y es que “el sentimiento de salir de tu país por primera vez y de una manera tan cruel es un sentimiento único y triste. Es salir sin nada, sin esperanza. Por eso es una aventura”, añade.

A Ecuador llegaron cinco días después con la Carta andina y lo primero, dice Oscar, fue pensar en sus padres, en su familia y en comunicarse enseguida con ellos para contarles que estaban bien.

Al día siguiente, vestidos con el disfraz de clown, prepararon su maquillaje, pinceles para dibujar flores, soles, corazones y sonrisas en rostros de niños en la Plaza Grande. Esta fue su primera opción para sobrevivir.

“Cuando cobramos el primer dólar pintando caras fue un momento mágico, porque en Venezuela el sueldo básico era de USD 3. Ese día hicimos 5 y nos sentimos como reyes. Nos ilusionamos, pensábamos que aquí sí podríamos vivir del arte. No ha sido fácil”, dice Omar.


En una habitación que arriendan en el barrio de San Juan, mientras retocan su rostro con el maquillaje, cuentan los múltiples oficios que han tenido. Omar es actor, dibujante, fotógrafo y tiene estudios en artes plásticas en la Escuela Técnica de Artes Eloy Palacios. Ysbel es teatrero y actor de cine y quien motivó a Omar a que lo acompañase a crear los múltiples personajes que encarnan para animar fiestas infantiles, reuniones sociales o las caminatas en las calles.

Cuelgan sus disfraces con cuidado en una pared y a la vez acomodan luces de estudio y un teléfono celular para grabar cortos videos de sus sketches para su canal de YouTube y así promocionarse por redes sociales.

Jeanmarys Febres, novia de Omar, es la encargada de las grabaciones. El vestuario es diseñado con ropa obsequiada y la nariz roja típica del clown la consiguen en los locales de fiestas infantiles, cerca de la plaza de San Francisco. Sus personajes son una mezcla de mimo y clown.

“Hacer esto nos ha ayudado a resolver nuestra alimentación, conocer personas y poder sobrevivir recorriendo las calles y sacando sonrisas a la gente”, afirma Ysbel.

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Su entrada al Centro Histórico la hacen con un caminado triunfal. Por el corredor cultural de la García Moreno despliegan sus habilidades histriónicas. Ysbel se convierte en Tinito. Lleva una especie de silbato de metal y plástico que cabe debajo de la lengua, y un paraguas viejo con el que trata de cubrir inútilmente a la gente. Es veloz e identifica rápidamente a quienes puede cautivar con sus imitaciones, coqueteos e improvisados momentos de humor.

“Cada vez que hago esto siento que no soy yo, me olvido de todo lo que dejamos atrás, lo disfruto, juego y me siento como niño, esa es la magia de ser artista”, dice.

Omiclown, el personaje de Omar, camina mas despacio, lleva un ratón de esponja impulsado por una vara que asusta a los transeúntes pero que pronto sonríen y se alivian cuando lo captura y lo guarda en una bolsa de tela.

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Todos los caminantes están a la expectativa de sus movimientos, unos se alejan, otros toman fotos o simplemente dan vuelta. La mayoría sigue la corriente, se divierte y saca una moneda. Mientras Jeanmarys registra todo en un video.

Cuando Omar se convierte en Omiclown no puede tener pensamientos negativos. “El trabajar con la expresión corporal compromete el ánimo que tengamos y que proyectamos para divertir a la gente. La adaptación al trabajo en la calle fue difícil los primeros días”.

Es la primera vez que trabajan de clown en la calle. Se dedicaban en Venezuela al teatro, al cine, al arte.Después de algunas horas, saben que esto es de lo que quieren vivir y proyectarse como actores para alcanzar los sueños que tuvieron al salir de su país.